¿SUERTE, CASUALIDAD O DESTINO? 1-Abrete a los hallazgos
El refrán es claro: el que no arriesga, no gana. Más allá de la posibilidad de fracaso, tomar decisiones por el camino irracional que nos dicta el instinto nos permite mantener nuestro cerebro activo y, sobre todo, abre nuevos caminos y circunstancias inesperadas. En esta nota, te contamos cuáles son los cinco principios para aprovechar al máximo del factor suerte.
Maria McGuire-Wien y su marido, Carlos Wildbank, habían estado buscando un nuevo hogar por más de un año, pero todos los lugares que visitaban o no eran apropiados o eran inaccesibles. Después de un largo domingo de búsqueda infructuosa junto a su agente inmobiliario, la pareja estaba volviendo a casa, cuando quedó atascada en un semáforo junto a un viejo granero que estaba siendo renovado. «Un hombre con un sombrero extraño nos miró fijo y nos dijo, ‘¿Están buscando una casa?'», recuerda María. Aunque el granero no se parecía a una casa -ni siquiera tenía ventanas a la vista-, María y su esposo decidieron salir a echar un vistazo. El edificio resultó ser moderno, con el estilo de un loft, pero con hermosos detalles históricos (incluidas unas enormes ventanas traseras). «Una familia normal, probablemente no lo hubiese querido», explica María. «Pero era absolutamente perfecto para nosotros porque necesitábamos un espacio amplio donde yo pudiera practicar yoga y donde Carlos pudiera pintar». Acordaron comprar el lugar con el hombre del sombrero, que resultó ser el propietario de aquel granero.
«El azar sonríe a aquellas personas que tienen un enfoque más relajado de la vida, han aclarado sus objetivos a largo plazo, pero no se preocupan demasiado por los detalles».
María y Carlos podían considerarse afortunados: ¿qué posibilidades hay de que el dueño de su hogar soñado se cruce delante de su auto justo cuando más lo necesita? Y, sin embargo, ellos fueron los que estuvieron de acuerdo en investigar una posibilidad poco probable. Su apertura mental fue la que transformó un momento extraño en un golpe de suerte.
Las personas que han aprovechado este tipo de oportunidades son diferentes. Son más abiertos a los senderos que se bifurcan en la vida, por lo que logran ver las posibilidades que los demás se pierden. Y si las cosas no salen como esperaban, se sacuden la decepción y se lanzan de cabeza hacia la afortunada circunstancia que se presente en su camino. Como resultado, son más felices y tienen más probabilidades de alcanzar sus objetivos.
Los psicólogos están tratando de averiguar por qué algunas personas siempre parecen manejar oportunidades increíbles. Sus pensamientos y criterios nos pueden ayudar a llevar adelante vidas más afortunadas.
1-Abrete a los hallazgos
La suerte es difícil de estudiar, y, sin embargo, los científicos han descubierto el papel central que juega en el amor y en el trabajo. En nuestras vidas, nos movemos más como las bolitas de un pinball, rebotando alrededor de una máquina llena de luces, que como los capitanes que sostienen el timón de un gran barco. Ciertos tipos de personas se adaptan bien a esta realidad.
Elizabeth Williams Nutt, una profesora de psicología de la Universidad de St. Mary de Maryland, descubrió que el azar es un factor importante en la configuración de la carrera de trece mujeres profesionales a las que estudió. Las mujeres que toman ventaja de las casualidades son competentes, confían en sí mismas y tienen la capacidad de asumir riesgos. También tienen un fuerte sistema de contención. Y un estudio de la Universidad del Estado de Carolina del Norte develó, a través de entrevistas con 42 trabajadores de ingeniería, que las claves para el trabajo a menudo proceden de fuentes poco probables, en situaciones inesperadas.
Richard Wiseman, psicólogo de la Universidad de Hertfordshire y autor de «El factor suerte», pasó una década investigando la percepción de la gente respecto de su propia suerte. Descubrió que quienes se consideraban afortunados, tenían personalidades más extrovertidas. Esto significa que son más propensos a tener un encuentro fortuito, ya que suelen conocer mucha gente nueva y se mantienen en contacto con un grupo grande de amigos y conocidos. Estas almas favorecidas también resultaron ser más abiertas, y menos neuróticas, esa tendencia a experimentar estados emocionales negativos como la ansiedad, la ira, la culpa y la depresión.
Wiseman llevó a cabo un experimento en el que colocó las mismas oportunidades -como descubrir dinero en el suelo y el encuentro potencial con un importante hombre de negocios- en los caminos de dos personas diferentes: una que decía ser una persona con mala suerte, y otra que aseguraba que las cosas siempre parecían resolverse bien para él. El hombre «afortunado» notó inmediatamente el dinero en el suelo y se lo guardó; luego se puso a conversar con el empresario en la cafetería donde había sido planeado el encuentro. La mujer «con mala suerte», por su parte, pisó el billete en el suelo sin siquiera advertirlo, y tomó un café sin decir una palabra al mismo empresario.